SECRETO,
Inspirado
en la obra El
jardín secreto, del Laboratorio de
arte y Compañía
de danza La Fuente, bajo la dirección de Jackeline Caballero.
Cobijado
con la mustia intermitencia de destellos rojizos,
duerme
un jardín florecido tras jaulas y velos
que
resguardan con virtuoso celo,
desde
antes del antes, al temido paraíso.
Allí,
en el espectro congelado de un tiempo dormido,
despiertan
mis pétalos de su sueño profundo,
alcanzando
a divisar desde el primer segundo
el
germinar simultaneo del milagro escondido.
Y,
como un sagrado capullo en donde revienta la vida,
soy
parte del todo y el todo me conforma,
adhiriéndome
por ende a la espantosa norma
de
padecer la inexplicable condición de oprimida.
Somos
incontables las flores que esta tierra pare,
aferradas
al ensueño de nuestra utopía,
hermanas
que renacen en la rebeldía
de cuestionar
lo que sentencian los muchos altares.
Pero,
cuán difícil de cargar es el terrible peso
que
recae sobre el destino de nuestra existencia,
aludiendo
a la disparatada prevalencia
de
una mitad del mundo sobre el otro resto.
Pues,
bajo la protección del manto que nos separa del cielo,
incluso
respirar resulta insoportable
porque,
aunque su sentido parezca insondable,
es en
sí mismo martirio y consuelo.
Aprendimos
a crecer siendo tan sólo el reflejo de una sombra,
resignadas
a tocarnos únicamente con la punta de los dedos,
desnudándonos
a medias, consumidas por el miedo
que
en nuestro vientre el forzado silencio siembra.
¿Cómo
podremos librarnos del dictamen que nos roba el rostro,
si
nos seguimos marginando entre nosotras mismas?
Obedeciendo
a los patrones que nos imponen los paradigmas,
no
lograremos derrotar a este tirano monstruo.
Arranquémosnos
entonces, lo que a nuestro ser bifurca,
aunque
el dolor que tenemos incrustado en la sangre
nos
remueva las entrañas y lento las desintegre,
porque
el primer paso será aceptar, que “todas tenemos burkas”.